Francisca Valenzuela
Santiago, Santiago, Chile | SELF
Music
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La libertad de la experiencia
Después de sentirse perdida por un tiempo, Francisca Valenzuela llegó al punto exacto que buscaba: hacer un segundo disco a su pinta. Sin limitaciones, sólo con las obligaciones que ella misma se impuso. Una regla que sigue desde el día uno, cuando componía en el anonimato. Porque hoy la Fran está a la orden de una voz interna poderosa, segura y que la tiene frente a una segunda vuelta musical más madura, que la hace pensar cada vez más en grande.
Por Daniela Pérez G.
Una sociedad de poetas muertos. Todos sentados en una gran mesa, en una cena comandada por el único de los asistentes que en la vida real sí sigue vivo. Una cena donde discuten y filosofan sobre la vida y los fundamentos de su escritura. Una conversación densa, cargada de teorías, nutrida por un conocimiento literario que no cualquiera posee. Un cuento que se escribe de noche, cuando la directora de esta ficción finalmente logra sentarse frente al computador. Después de tocatas, ensayos y reuniones, la Fran finalmente se puede tomar el tiempo para hacer una de las cosas que más le gusta: crear historias.
Y si su historia personal fuese una de esas ficciones que luego plasma en dos o tres minutos de canción, o en cinco o seis páginas, probablemente no cambiaría ni un punto ni una coma de cómo se han dado las cosas. Porque hoy está satisfecha de las decisiones que ha tomado y, a diferencia de muchos, si bien el azar le ha dado la mano en varias ocasiones, ella atribuye sus decisiones a una intuición en la que cada día confía más.
Una intuición que anda en busca de nuevos horizontes donde pueda seguir sacando provecho de su poder secreto, las palabras. Porque para decir lo que piensa, lo que siente, lo que le molesta o lo que la entretiene, la velocidad con que éstas fluyen en su cabeza se nota cuando habla, y aunque le da vergüenza y trata de controlarlo –“Pucha que lata, necesito andar con subtítulos”- son su raíz. Y su virtud.
Aunque hace seis años atrás, a principios de 2005, cuando la conocí y conversamos por primera vez, ella aún no estaba consciente de ese talento. En ese momento, el canto y las composiciones eran algo que “también” hacía. Una cosa más dentro de la lista. Mucho después revelaría la parte de su vida en San Francisco, donde su dominio con las palabras ya había dado frutos con los libros que la llevaron de gira por distintas librerías leyendo sus cuentos y poemas. Mucho después ese “también” se volvería en lo que hoy es el centro de su vida.
*****
Tostadas, palta, huevo frito, jugo de naranja. Ver a la Fran por estos días es cada vez más difícil. Tiene que hacer malabares para poder cumplir con todas sus actividades profesionales, y las clases de yoga y pilates son momentos sagrados. Por eso el desayuno se vuelve una buena hora. Y como lo que viene después para ella suele ser non stop, porque está en pleno proceso de promoción de Buen Soldado, mejor que sea uno contundente, que la llene de energía. Lo que sorprende, porque las mañas con la comida son una clásico entre quienes la conocemos. De hecho es un tema con el que la molestan cuando anda de gira. “La Fran dice que vayamos a comer algo rico, bien contundente y después llegamos y con suerte toca el plato”, dice Mauro, su baterista.
Sentarnos a recordar los primeros pasos de su historia con la música es entretenido. Pero no le es tan fácil. Y no porque no le gusta, sino porque siente que todo ha pasado tan rápido que ya hay muchas cosas que borró de su disco duro. Sin embargo, sí tiene claro que fue una época de absorber lecciones y aprender de todo lo que la rodeaba. Lo bueno y lo malo. “En ese momento todo era una primera vez. Era todo de cero”, asegura.
A pesar de que aún no sabía cuál era el camino a seguir y no estaba segura de dejar el papel por el piano y un micrófono, bastaron pocos meses después de conocerla para darme cuenta de que eso de que a veces cantaba era mucho más serio de lo que le gustaba admitir. Y no solo porque empezó a contar más detalles, sino porque verla en vivo era prueba de ello. En el invierno de 2005, sentada en los sillones que había frente al escenario del Sofá, el local que en ese entonces estaba en Santa Isabel, una tímida y pálida Fran tocaba sus primeras canciones –muchas que son parte de Muérdete la lengua-. Ahí, absolutamente sumida en el blanco de las teclas, presencié cómo sus letras la desnudaban y aunque en ese minuto se notaba que la situación la intimidaba, eran sus primeros pasos hacia una carrera que el 14 de marzo celebra el lanzamiento de Buen Soldado, su segundo álbum.
“Había una parte de mi que pensaba en sacar un disco y todo eso, pero no estaba bajo la misma motivación de ahora, que es como un tren que va hacia adelante. En ese momento era: ‘Un día toco, un día no’ y bien. Después empezó a pillarme la motivación, cuando me puse las pilas para armar un proyecto. Cuando empecé a tener una respuesta más formal de la gente”, recuerda. Una respuesta como la que tuvo en El Living del Cine Arte Alameda, cuando por primera vez tocó con banda y menos escondida. “Antes de eso ni siquiera sabía cómo empezar a hacerlo, era como: ‘Qué suerte tengo que me hicieron el favor de dejarme tocar en un lugar’”.
La aparición de Marcelo Aldunate, en ese entonces director de programación de la radio Rock & Pop; de los hermanos Durán, de Los Bunkers, y de Jorge Chehade fueron clave para empezar a entender hacia dónde ir. Y fue con ellos con quienes comenzó a llenar las páginas de la historia creativa que había quedado en suspenso después de San Francisco.
La primera etapa fue pulir. Y para eso Jorge fue un elemento importante. “Él fue como la primera persona, algo así como un aliado más en serio, al que le gustó lo que hacía. Fue un feedback y un apoyo constante para desarrollar mis canciones. Y por lo mismo me influenció muchísimo estilísticamente en ese momento”, asegura Francisca. Y esa complicidad se notó en ese momento, porque la velocidad con que ella contaba cómo había trabajado con Jorge una melodía más folclórica para la última canción que había compuesto, revelaba la emoción que le causaba. Más tarde esa canción se llamaría “Los poderosos”. “Después, cuando trabajamos con los Durán, lo que pasaba con Jorge como que se cristalizó, eso de tocar bien los instrumentos, de ser rigurosos, de tocar de verdad”, agrega. Una fórmula que siguen hasta hoy, con una rutina de ensayos rigurosa.
Así como fue determinado su estilo, también fue definiendo al personaje que es hoy. Porque en ella, inevitablemente, conviven dos Fran. La profesional, que no se despega del teléfono por la infinidad de mails que lee y envía, la que con un actitud de empoderamiento, inimaginable al principio, se sube al escenario a cantar; y la Fran que odia no poder tener el tiempo para terminar la universidad, que no soporta sacarse malas notas porque se asume con orgullo súper matea, a la que le encanta juntarse con sus amigas a tomar té, comer pan con palta y queso filadelfia mientras se pintan las uñas y la que lee a Coetzee y ve Dr. House. Esa que cuando vio a Pharrell afuera de una discoteque en Nueva York no pudo aguantarse las ganas de acercarse y pasarle una copia de su primer disco.
******
“¿Te cuento algo Dani?, pero no se lo puedes comentar a nadie. Es súper confidencial”. Eso me respondió la Fran, en marzo del año pasado, cuando le pregunté qué pasaba con el segundo álbum que hace tiempo ya estaba trabajando. “Parece que Mocky va a producir el nuevo disco”. No alcancé ni a pensar en quién era él cuando ya me había contado que era un canadiense que había trabajado con Feist y Jamie Lidell, y que era uno de los productores que formaba parte de su lista de ensueño.
La mirada que vi en ella cuando me contó ese importante secreto, mientras caminábamos por Colón, era una que se había perdido por un tiempo. Porque las ganas de hacer el segundo disco aparecieron al poco tiempo después de haber salido Muérdete la lengua, cuando ya quería cantar canciones que mostraran cómo había crecido desde que escribió “Peces” o “Dulce” –a los 15 0 16-, y cómo las temáticas que hoy la mueven no sólo tienen que ver con temas femeninos, sino también con conflictos sociales y búsquedas internas.
Pero contactar a Mocky y delinear lo que hoy es Buen Soldado tomó más tiempo de lo imaginado e implicó lidiar con una cuota de frustración que, por un rato, la tuvo bloqueada. “No sabía qué hacer”, asegura. “Había que tomar la decisión estratégica de cómo íbamos a sacar el disco y la propuesta estética, que era lo más importante. ¿Qué voy a optar por hacer? ¿Un disco como el anterior? ¿Uno totalmente electrónico? ¿Cómo encuentro el punto de equilibrio? Hubo un momento en que no veía más adelante, no veía las cosas que iban a pasar”, agrega. Y eso la tenía muy angustiada. Tanto, que ni siquiera quería hablar del tema. Lo evitaba.
“Pensaba que quizás nunca iba a tener química con un productor para trabajar, o que quizás nunca iba a tener la plata suficiente para que fuera uno que a mí me interesara, o que quizás siempre iba a tener que estar a la merced de un sello que me iba a ordenar con quien trabajar, porque eso es lo que querían”, explica con la voz un poco más dura, porque recordar ese proceso –cuando se negó a toda costa a que le dijeran qué es lo que tenía que hacer- todavía la enoja.
En enero de 2010, dos meses antes de que el canadiense fuera una posibilidad en el horizonte, la Fran ya tenía una lista de canciones. Las había trabajado con diferentes personas que, por distintos motivos –tiempo, dedicación, química, interés-, poco a poco se fueron desvinculando. Y fue entonces cuando Vicente Sanfuentes –músico, productor y Dj a quien conoce desde el primer disco- se volvió fundamental.
“Ese verano ya tenía ganas de empezar a pensar en la producción completa, pero me aguaché un poco porque no tenía productor. Necesitaba sentarme con alguien y trabajar las canciones. Ahí fue cuando Vicente me dijo que grabáramos los demos y que hiciéramos una preproducción importante”, recuerda.
Entonces, durante una semana se dedicaron por completo a trabajar en eso. “Hicimos una selección. Dijimos: ‘De las 21 canciones, elijamos 15’. Y después Vicente me decía: ‘De esas trabaja ésta, yo creo que está muy rápida o a esta otra le sobra letra’. Y me orientó mucho la dirección de un oído externo, porque yo ya me había empezado a agobiar con tener que resolver las canciones”, agrega.
Así, sin darse cuenta, el periodo de frustración se resolvió. Se reordenó. La meta siguiente era encontrar a otro colaborados más, que los ayudara a hacer arreglos y a ponerle la parte más en vivo, porque quería que el disco fuera con banda. Si ya todo se había atrasado, entonces esta era una oportunidad para buscar a alguien que realmente cumpliera con las exigencias que ella ya se había impuesto. “Dentro de la lista de los productores con los que quería trabajar estaba Mocky, por Feist, Lidell y Nika Costa, que me encantan. Y aunque era una opción un poco más lado B, porque no es pop, pop, sí es instrumentista y eso me parecía interesante”, me explica, tomando la postura más de cantante siendo entrevistada, una que se le escapa seguido porque la tiene totalmente incorporada.
Por eso, junto a Vicente, se consiguieron el correo electrónico a Mocky y le enviaron un paquete con los demos y el disco anterior. “Y de ahí había que esperar a ver qué decía, si le gustaba o no”. Cuando me confió el secreto de su contacto con el productor, recién había recibido su respuesta. “Le encantó lo que le mandamos y dijo que feliz haría una prueba de trabajo”, recuerda mucho más tranquila que ese día que íbamos caminando por la calle.
Confiando en que su intuición la llevaría a cumplir con la fantasía del disco que quería, se arriesgó, compró pasajes para viajar con Sanfuentes a conocer al canadiense en Los Angeles, y probar cómo se daba la relación entre los tres. Al final, su voz interna tuvo la razón. “Tuvimos tan buena conexión, la química humana que se formó fue tan buena. Era como mi hermano perdido, y por eso hacer juntos un disco iba a ser entretenido”, dice del productor, que hoy es un amigo y que incluso, cuando ya se conocían mejor, tenía la confianza de pedirle que le cuidara a su hijo mientras él salía con su esposa.
Esto, sumado a la química que ya había con Vicente, fue lograr el equipo perfecto. Y con la banda, que está completa con Jorge, Mauro en las baterías –“Ellos dos son como los brazos del cuerpo de este proyecto”-, e Ismael en el bajo, además de la colaboración de Gonzalo “Chalo” González como sonidista, tenía todo lo que no podía ver en los momentos de angustia. Llegó de Los Angeles cargada de energía y a los pocos días armó sus maletas para la gira que tenía en México. Luego fue viaje a Shanghai y la parada más larga: un mes y medio de intenso trabajo en Berlín, donde Mocky pasa la mitad del año. Desde ahí dio algunas señales de vida por e-mail, contando que estaba “súper inspirada” y cómo desayunaba al lado de su ventana “con los pájaros alemanes canturreando y el sol nortino pegándome en la espalda”.
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Junio 2010. Taller en Berlín. La Fran toca algunas de las canciones del nuevo disco junto a los músicos de Nika Costa y los de Peaches. Las jam sessions son una de las fórmulas que usaron con Mocky para probar ideas. Y para pasarlo bien, porque finalmente, como le diría Vicente al final del proceso, este segundo disco “es una celebración de la belleza, de lo entretenido, de disfrutar”.
“Fue una experiencia súper estimulante, que músicos de otros lados del planeta estuvieran ahí, tocando tus canciones… Todo lo que pasó estando allá fue entretenido. Estaba entusiasmada y haciendo música de forma natural, como jugando”, asegura. “Fue volver realidad la fantasía de hacer un disco, conocer una ciudad nueva y trabajar con gente con la que hay onda”.
Músicos que además no conocían nada de Chile y que no hablaban ni una gota de español. Y que por lo mismo, en los minutos de descanso, muchas veces terminó haciendo de profesora, enseñándoles quién era Violeta Parra. “Estos gallos obvio que no entendían quienes son Inti Illimani y menos por qué iban a tocar con una orquesta filarmónica de Nápoles, en Pompeya –hacia donde partió cuando terminó el trabajo en Alemania–”, asegura.
En medio de ese intercambio cultural, con sus dos nuevos pilares musicales, revisaron canción por canción. Y fueron súper mateos –nada de extraño en la Fran, que no puede dejar las cosas sin terminar y que nunca dejó cumplir con una obligación, aunque fuera solo llegar a clases-, porque había que aprovechar el tiempo. “Me acuerdo de salir a comprar comida turca a las dos de la mañana y volver al estudio y decir: ‘Ehh, resolvimos la canción, “Corazón” va con un puro bajo”, cuenta y se ríe como si estuviera reviviendo el momento, solo que ahora está sentada tomando desayuno en Santiago, comiendo sus tostadas con palta y un huevo frito.
Luego de definir cada una de las doce canciones que hoy componen Buen Soldado, venía una nueva decisión: dónde grabar. “Estaba terriblemente tentada con grabar en Berlín, con los músicos de allá”, confiesa. Y junto a la dupla de productores y el percusionista Paul Taylor, que se sumó al proyecto en el camino, empezaron a ver estudios.
Ese paseo la dejó impresionada y la hizo soñar más en grande. “Fuimos a uno donde grabó Phoenix, que era algo que nunca antes había visto. Era un edificio antiguo, de la ex Alemania Oriental, donde grababan orquestas para los programas de radio y es como un internado de estudio. Eran todos salones gigantes, elegantes, con diseños maravillosos, parqué, pianos antiguos, instrumentos y unos pasillos largos con miles de puertas, que cada una es un estudio”, explica. Pero finalmente optó por lo que sería más cómodo y beneficioso para el disco. “Estuvimos evaluando y llegamos a que, por costos era carísimo y entre grabar tres días ahí y diez días en Santiago, mejor Santiago. Aparte acá estaban los músicos que quería invitar y a Chalo, que para mí es súper importante”, recuerda.
Entonces fue el turno de Mocky y de Paul de armar sus maletas para venir a Chile, donde el 3 de agosto se encerraron a grabar. Fueron diez días sin parar. Diez días en los que para el resto del círculo cercano la Fran seguía de viaje. “Éramos Vicente, Mocky, Paul, yo, el Chalo, el Nacho –otro ingeniero en sonido- y tuvimos de invitado a Camilo Salinas, que hizo unas colaboraciones, y a Pablo Ilabaca, que puso unas guitarras más funky”, cuenta. Y el detrás de cámara de esos días se puede ver en el teaser que lanzó en enero, como otra estrategia para mostrar su trabajo. El mismo que le mandó a Mocky y a Paul, con quienes sigue en contacto, para ponerlos al día con lo que está pasando.
Así, en seis meses pasó por la rabia de no poder avanzar; la emoción de encontrar a las personas clave para hacer lo que quería, y obtuvo un resultado que ya está viendo el éxito con el primer sencillo, “Quiero verte más”, que incluso suena al norte del continente, en la radio NPR de Estados Unidos. “Hubo muchos desafíos y complicaciones en el camino, pero el cómo se fueron dando las cosas fue muy, muy bacán”, explica y agrega: “Fue una experiencia 2.0”, refiriéndose a que fue revivir, de alguna manera, la emoción de Muérdete la lengua, cuando todo era nuevo y la sorprendía.
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Al fondo de un largo bus negro, en una pequeña mesa cuadrada, esta vez es la sociedad de la Fran la que se sienta a discutir sobre su música, sobre su último video y lo que se viene para los próximos meses, mientras por la ventana pasan kilómetros y kilómetros de carretera. El destino es el casino de Coquimbo, donde tiene un show en la noche, uno de los primeros donde probará parte del nuevo material. El motivo de la conversación se centra en la pantalla del Macbook que hay sobre la mesa. Vicente, Chalo, la Fran, y el road manager que los acompaña hace años, miran detenidamente las imágenes que grabó hace una semana para el primer single.
En él, con la vista desde el último piso de la torre Entel, en medio de luces y pilares de cemento, la Fran baila libremente mientras de fondo suena “Quiero verte más”. Todos se ríen y ella se retuerce y se tapa la cara porque no puede con la vergüenza. Porque esa es la Fran que nosotros conocemos: la que es un poco nerd, que cuando sale a bailar con sus amigas es igual de “goofy” -como lo tilda Sanfuentes- que cómo se ve en el video.
Y quizás uno de los motivos de esa naturalidad es que detrás de la cámara está su hermano Cristián, uno de sus consejeros más importantes desde el primer día. Que también estuvo sentado, sacando fotos y dando consejos después del show de 2005 en El Sofá. “Él es mi confidente artístico incondicional. A él le muestro las canciones, le pido su opinión de todo y lo hago porque creo que le interesa y porque creo que sus gustos están súper alineados conmigo“, confiesa.
Pero esa soltura también se debe a que hoy confía más en lo que le dan ganas de hacer. “Ahora hay una soltura que viene de años de estar tocando y de sentir que en Chile, afortunadamente, estoy en una situación en la que me siento muy cómoda y donde me entusiasma hacer cosas nuevas”, dice. Como este video, que por primera vez pone más al descubierto a la Fran que pocas veces deja ver en público, y que el día anterior estuvo viendo videos de Lady Gaga, para armar una a su pinta y menos sexy que la de la estadounidense.
Ese mismo paso hacia la soltura es el que se nota entre Muérdete la lengua y Buen Soldado. En el primero tuvo que entender la base de lo que significaba hacer un disco, los roles de cada persona que participa en el proceso de hacer uno y aprender a tocarlo en vivo. “Ahora todo eso está incorporado y hay una naturalidad al enfrentarlo. Los trazos son más claros y una forma más simple respecto a cómo resolver las cosas”, afirma.
Por lo mismo, se atrevió a incorporar elementos nuevos. Por ejemplo, usar más teclados o incorporar nuevos sonidos. “Hay algunos temas acústicos, otros dorky dancy y otro pop funk”, decía en sus e-mails desde Berlín. Esos cambios los tenía programados desde el principio. “Sabía que quería agregar unos sabores y unos colores distintos, pero no tanto como para hacer algo absolutamente diferente, como la posibilidad de agregarle a una canción un bombo apretadito. Y eso tiene que ver con lo que yo escucho también”, agrega.
Porque hoy no es Keith Jared o T.Rex los que suenan por sus audífonos, sino Nina Simone, Fleetwood Mac, Dolly Parton, Grace Jones y Prince. “Los músicos que son como icónicos por lo pop, pero que también tienen contenido, y una propuesta estética”, explica. Las mismas aristas que para ella son fundamentales y que cree que la hacen diferente.
Así, hay canciones como “Corazón”, que es “chiquitita”, donde su voz es la protagonista y suena como si nos estuviera contando un secreto. Y hay otras más rimbombantes, con teclados más psicodélicos, como “Buen Soldado”, donde juega con la historia de un personaje rudo que anda en busca de un beso y que está seguro de que lo conseguirá. Una canción que en sus letras, además representa la confianza que hoy tiene la Fran. “Siempre consigo lo que quiero, ese éxito lo tengo, tengo un buen rabo, soy un buen soldado y siempre lo seré”.
Saber que es un buen soldado, a absoluta merced de su proyecto, es lo que le permitió liberarse. Ser más ella. “Ahora me di permiso de sentir –y se agarra la guata con una mano, mientras la otra la pone en el pecho- de que no fuera tan: entrar, grabar, y listo. Como con el primero”, confiesa.
Esa misma libertad es la que revela una emoción diferente a la de los primeros días de su carrera, aunque igual de importante. Una emoción más madura, que no le teme tanto a equivocarse, sino que está enfocada en disfrutar de todo lo que ha pasado en los últimos seis años. “Hoy entiendo más, y eso me permite no dudar tanto. Estar más abanderada con ir para adelante. Versus antes, que era más como andar caminando con la punta de los pies”, dice.
Y cuando se sube al escenario a cantar -lo viejo y lo nuevo- se nota. La misma mirada de entusiasmo que puso cuando habló de Mocky por primera vez es la que pone cuando, en medio de la prueba de sonido en Coquimbo, Martín, el nuevo integrante de la banda y encargado de los nuevos teclados, imita una línea de violines para una estrofa de “Afortunada”. Y es la misma mirada que se repite más tarde en el show de la noche, cuando se para bien adelante, sola con el micrófono, para bailar “Quiero verte más”.
A pesar de que ha cumplido con muchas de sus fantasías –soñar con el Vive Latino y, flashforward, tres años después estar ahí tocando con Los Bunkers y Café Tacvuba; que la llamen para ser parte del Pop fest de Shakira; y que la inviten a cantar en el escenario principal del primer e histórico Lollapalooza que se hace en Chile-, su ambición por crecer más no disminuye. “Eso no quita que haya un montón de desafíos nuevos en el panorama. Ahora viene ver qué pasa con el proyecto más global, para ir a tocar afuera, ir a hacer promoción, grabar más videoclips. Ya no quiero haya solo uno para cada single, sino que para todas las canciones del disco. Que los shows que hagamos tengan una factor de espectáculo, que sea interactivo, que tenga dinámica, que sea prendido, que sea pop, rock, puro piano”, dice y me cuenta que el segundo semestre del año no va a tomar ramos en la universidad, porque quiere tener el tiempo para viajar a EE.UU., México y Argentina, donde ya tiene algunos temas vistos para promocionar el disco.
Todo eso con los pies bien puestos en la tierra. Algo que siempre tiene presente y que por lo mismo no le permite desistir en su misión de terminar una carrera en la universidad. “Hay que tomarse esto como algo súper del día a día y no pensar que porque uno se propone algo va a pasar. Creo que hay miles de factores a diario que pueden influir que no dependen de uno. Por eso hoy pienso las cosas un poco más. Pero así como tengo consciencia de eso, también tengo que confiar más en mi guata y en la gente con la que he trabajado, que quiero, que quieren que esto funcione, y afirmarme de eso”, dice, tratando de convencerme de que realmente está intentando soltar un poco del control que hoy tiene sobre cada detalle de lo que hace. Uno que la agota, pero que al final le gusta.
Porque sabe que liberarse de esa presión que ella misma se impone es lo que le va a permitir cumplir con todo lo que tiene ganas de hacer. Dibujar, pintar, componer. De, tal como lo dice Janelle Monae, una de sus ídolas por estos días, “respetar la creatividad, porque así fluirá para siempre”.
Aunque el compromiso que ya asumió con la música le impide hacer cosas como viajar con sus amigas o irse a vivir con ellas, sabe que éste es el momento para entregarse por completo a lo que ha construido. “Ahora tengo las energías y además hay una modificación a nivel de industria o medio musical, donde uno es un artista válido aunque no tenga un apoyo institucional, que me parece increíble. Hoy las cosas que están pasando son interesantes y sé que tengo que aprovechar el momento”, asegura.
Una conclusión a la que llegó de forma natural, con las experiencias que ha vivido los últimos seis años. Y que se refleja en una Fran que en la nueva carátula sale sin mucho maquillaje, el pelo suelto y vestida con una camisa militar. En una Fran con una voz renovada y una interpretación diferente: menos niña y más mujer. Con el control y la confianza de que está respetando el poder de su creatividad y de que ésta seguirá fluyendo a su favor.
- Rolling Stone (2011)
La libertad de la experiencia
Después de sentirse perdida por un tiempo, Francisca Valenzuela llegó al punto exacto que buscaba: hacer un segundo disco a su pinta. Sin limitaciones, sólo con las obligaciones que ella misma se impuso. Una regla que sigue desde el día uno, cuando componía en el anonimato. Porque hoy la Fran está a la orden de una voz interna poderosa, segura y que la tiene frente a una segunda vuelta musical más madura, que la hace pensar cada vez más en grande.
Por Daniela Pérez G.
Una sociedad de poetas muertos. Todos sentados en una gran mesa, en una cena comandada por el único de los asistentes que en la vida real sí sigue vivo. Una cena donde discuten y filosofan sobre la vida y los fundamentos de su escritura. Una conversación densa, cargada de teorías, nutrida por un conocimiento literario que no cualquiera posee. Un cuento que se escribe de noche, cuando la directora de esta ficción finalmente logra sentarse frente al computador. Después de tocatas, ensayos y reuniones, la Fran finalmente se puede tomar el tiempo para hacer una de las cosas que más le gusta: crear historias.
Y si su historia personal fuese una de esas ficciones que luego plasma en dos o tres minutos de canción, o en cinco o seis páginas, probablemente no cambiaría ni un punto ni una coma de cómo se han dado las cosas. Porque hoy está satisfecha de las decisiones que ha tomado y, a diferencia de muchos, si bien el azar le ha dado la mano en varias ocasiones, ella atribuye sus decisiones a una intuición en la que cada día confía más.
Una intuición que anda en busca de nuevos horizontes donde pueda seguir sacando provecho de su poder secreto, las palabras. Porque para decir lo que piensa, lo que siente, lo que le molesta o lo que la entretiene, la velocidad con que éstas fluyen en su cabeza se nota cuando habla, y aunque le da vergüenza y trata de controlarlo –“Pucha que lata, necesito andar con subtítulos”- son su raíz. Y su virtud.
Aunque hace seis años atrás, a principios de 2005, cuando la conocí y conversamos por primera vez, ella aún no estaba consciente de ese talento. En ese momento, el canto y las composiciones eran algo que “también” hacía. Una cosa más dentro de la lista. Mucho después revelaría la parte de su vida en San Francisco, donde su dominio con las palabras ya había dado frutos con los libros que la llevaron de gira por distintas librerías leyendo sus cuentos y poemas. Mucho después ese “también” se volvería en lo que hoy es el centro de su vida.
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Tostadas, palta, huevo frito, jugo de naranja. Ver a la Fran por estos días es cada vez más difícil. Tiene que hacer malabares para poder cumplir con todas sus actividades profesionales, y las clases de yoga y pilates son momentos sagrados. Por eso el desayuno se vuelve una buena hora. Y como lo que viene después para ella suele ser non stop, porque está en pleno proceso de promoción de Buen Soldado, mejor que sea uno contundente, que la llene de energía. Lo que sorprende, porque las mañas con la comida son una clásico entre quienes la conocemos. De hecho es un tema con el que la molestan cuando anda de gira. “La Fran dice que vayamos a comer algo rico, bien contundente y después llegamos y con suerte toca el plato”, dice Mauro, su baterista.
Sentarnos a recordar los primeros pasos de su historia con la música es entretenido. Pero no le es tan fácil. Y no porque no le gusta, sino porque siente que todo ha pasado tan rápido que ya hay muchas cosas que borró de su disco duro. Sin embargo, sí tiene claro que fue una época de absorber lecciones y aprender de todo lo que la rodeaba. Lo bueno y lo malo. “En ese momento todo era una primera vez. Era todo de cero”, asegura.
A pesar de que aún no sabía cuál era el camino a seguir y no estaba segura de dejar el papel por el piano y un micrófono, bastaron pocos meses después de conocerla para darme cuenta de que eso de que a veces cantaba era mucho más serio de lo que le gustaba admitir. Y no solo porque empezó a contar más detalles, sino porque verla en vivo era prueba de ello. En el invierno de 2005, sentada en los sillones que había frente al escenario del Sofá, el local que en ese entonces estaba en Santa Isabel, una tímida y pálida Fran tocaba sus primeras canciones –muchas que son parte de Muérdete la lengua-. Ahí, absolutamente sumida en el blanco de las teclas, presencié cómo sus letras la desnudaban y aunque en ese minuto se notaba que la situación la intimidaba, eran sus primeros pasos hacia una carrera que el 14 de marzo celebra el lanzamiento de Buen Soldado, su segundo álbum.
“Había una parte de mi que pensaba en sacar un disco y todo eso, pero no estaba bajo la misma motivación de ahora, que es como un tren que va hacia adelante. En ese momento era: ‘Un día toco, un día no’ y bien. Después empezó a pillarme la motivación, cuando me puse las pilas para armar un proyecto. Cuando empecé a tener una respuesta más formal de la gente”, recuerda. Una respuesta como la que tuvo en El Living del Cine Arte Alameda, cuando por primera vez tocó con banda y menos escondida. “Antes de eso ni siquiera sabía cómo empezar a hacerlo, era como: ‘Qué suerte tengo que me hicieron el favor de dejarme tocar en un lugar’”.
La aparición de Marcelo Aldunate, en ese entonces director de programación de la radio Rock & Pop; de los hermanos Durán, de Los Bunkers, y de Jorge Chehade fueron clave para empezar a entender hacia dónde ir. Y fue con ellos con quienes comenzó a llenar las páginas de la historia creativa que había quedado en suspenso después de San Francisco.
La primera etapa fue pulir. Y para eso Jorge fue un elemento importante. “Él fue como la primera persona, algo así como un aliado más en serio, al que le gustó lo que hacía. Fue un feedback y un apoyo constante para desarrollar mis canciones. Y por lo mismo me influenció muchísimo estilísticamente en ese momento”, asegura Francisca. Y esa complicidad se notó en ese momento, porque la velocidad con que ella contaba cómo había trabajado con Jorge una melodía más folclórica para la última canción que había compuesto, revelaba la emoción que le causaba. Más tarde esa canción se llamaría “Los poderosos”. “Después, cuando trabajamos con los Durán, lo que pasaba con Jorge como que se cristalizó, eso de tocar bien los instrumentos, de ser rigurosos, de tocar de verdad”, agrega. Una fórmula que siguen hasta hoy, con una rutina de ensayos rigurosa.
Así como fue determinado su estilo, también fue definiendo al personaje que es hoy. Porque en ella, inevitablemente, conviven dos Fran. La profesional, que no se despega del teléfono por la infinidad de mails que lee y envía, la que con un actitud de empoderamiento, inimaginable al principio, se sube al escenario a cantar; y la Fran que odia no poder tener el tiempo para terminar la universidad, que no soporta sacarse malas notas porque se asume con orgullo súper matea, a la que le encanta juntarse con sus amigas a tomar té, comer pan con palta y queso filadelfia mientras se pintan las uñas y la que lee a Coetzee y ve Dr. House. Esa que cuando vio a Pharrell afuera de una discoteque en Nueva York no pudo aguantarse las ganas de acercarse y pasarle una copia de su primer disco.
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“¿Te cuento algo Dani?, pero no se lo puedes comentar a nadie. Es súper confidencial”. Eso me respondió la Fran, en marzo del año pasado, cuando le pregunté qué pasaba con el segundo álbum que hace tiempo ya estaba trabajando. “Parece que Mocky va a producir el nuevo disco”. No alcancé ni a pensar en quién era él cuando ya me había contado que era un canadiense que había trabajado con Feist y Jamie Lidell, y que era uno de los productores que formaba parte de su lista de ensueño.
La mirada que vi en ella cuando me contó ese importante secreto, mientras caminábamos por Colón, era una que se había perdido por un tiempo. Porque las ganas de hacer el segundo disco aparecieron al poco tiempo después de haber salido Muérdete la lengua, cuando ya quería cantar canciones que mostraran cómo había crecido desde que escribió “Peces” o “Dulce” –a los 15 0 16-, y cómo las temáticas que hoy la mueven no sólo tienen que ver con temas femeninos, sino también con conflictos sociales y búsquedas internas.
Pero contactar a Mocky y delinear lo que hoy es Buen Soldado tomó más tiempo de lo imaginado e implicó lidiar con una cuota de frustración que, por un rato, la tuvo bloqueada. “No sabía qué hacer”, asegura. “Había que tomar la decisión estratégica de cómo íbamos a sacar el disco y la propuesta estética, que era lo más importante. ¿Qué voy a optar por hacer? ¿Un disco como el anterior? ¿Uno totalmente electrónico? ¿Cómo encuentro el punto de equilibrio? Hubo un momento en que no veía más adelante, no veía las cosas que iban a pasar”, agrega. Y eso la tenía muy angustiada. Tanto, que ni siquiera quería hablar del tema. Lo evitaba.
“Pensaba que quizás nunca iba a tener química con un productor para trabajar, o que quizás nunca iba a tener la plata suficiente para que fuera uno que a mí me interesara, o que quizás siempre iba a tener que estar a la merced de un sello que me iba a ordenar con quien trabajar, porque eso es lo que querían”, explica con la voz un poco más dura, porque recordar ese proceso –cuando se negó a toda costa a que le dijeran qué es lo que tenía que hacer- todavía la enoja.
En enero de 2010, dos meses antes de que el canadiense fuera una posibilidad en el horizonte, la Fran ya tenía una lista de canciones. Las había trabajado con diferentes personas que, por distintos motivos –tiempo, dedicación, química, interés-, poco a poco se fueron desvinculando. Y fue entonces cuando Vicente Sanfuentes –músico, productor y Dj a quien conoce desde el primer disco- se volvió fundamental.
“Ese verano ya tenía ganas de empezar a pensar en la producción completa, pero me aguaché un poco porque no tenía productor. Necesitaba sentarme con alguien y trabajar las canciones. Ahí fue cuando Vicente me dijo que grabáramos los demos y que hiciéramos una preproducción importante”, recuerda.
Entonces, durante una semana se dedicaron por completo a trabajar en eso. “Hicimos una selección. Dijimos: ‘De las 21 canciones, elijamos 15’. Y después Vicente me decía: ‘De esas trabaja ésta, yo creo que está muy rápida o a esta otra le sobra letra’. Y me orientó mucho la dirección de un oído externo, porque yo ya me había empezado a agobiar con tener que resolver las canciones”, agrega.
Así, sin darse cuenta, el periodo de frustración se resolvió. Se reordenó. La meta siguiente era encontrar a otro colaborados más, que los ayudara a hacer arreglos y a ponerle la parte más en vivo, porque quería que el disco fuera con banda. Si ya todo se había atrasado, entonces esta era una oportunidad para buscar a alguien que realmente cumpliera con las exigencias que ella ya se había impuesto. “Dentro de la lista de los productores con los que quería trabajar estaba Mocky, por Feist, Lidell y Nika Costa, que me encantan. Y aunque era una opción un poco más lado B, porque no es pop, pop, sí es instrumentista y eso me parecía interesante”, me explica, tomando la postura más de cantante siendo entrevistada, una que se le escapa seguido porque la tiene totalmente incorporada.
Por eso, junto a Vicente, se consiguieron el correo electrónico a Mocky y le enviaron un paquete con los demos y el disco anterior. “Y de ahí había que esperar a ver qué decía, si le gustaba o no”. Cuando me confió el secreto de su contacto con el productor, recién había recibido su respuesta. “Le encantó lo que le mandamos y dijo que feliz haría una prueba de trabajo”, recuerda mucho más tranquila que ese día que íbamos caminando por la calle.
Confiando en que su intuición la llevaría a cumplir con la fantasía del disco que quería, se arriesgó, compró pasajes para viajar con Sanfuentes a conocer al canadiense en Los Angeles, y probar cómo se daba la relación entre los tres. Al final, su voz interna tuvo la razón. “Tuvimos tan buena conexión, la química humana que se formó fue tan buena. Era como mi hermano perdido, y por eso hacer juntos un disco iba a ser entretenido”, dice del productor, que hoy es un amigo y que incluso, cuando ya se conocían mejor, tenía la confianza de pedirle que le cuidara a su hijo mientras él salía con su esposa.
Esto, sumado a la química que ya había con Vicente, fue lograr el equipo perfecto. Y con la banda, que está completa con Jorge, Mauro en las baterías –“Ellos dos son como los brazos del cuerpo de este proyecto”-, e Ismael en el bajo, además de la colaboración de Gonzalo “Chalo” González como sonidista, tenía todo lo que no podía ver en los momentos de angustia. Llegó de Los Angeles cargada de energía y a los pocos días armó sus maletas para la gira que tenía en México. Luego fue viaje a Shanghai y la parada más larga: un mes y medio de intenso trabajo en Berlín, donde Mocky pasa la mitad del año. Desde ahí dio algunas señales de vida por e-mail, contando que estaba “súper inspirada” y cómo desayunaba al lado de su ventana “con los pájaros alemanes canturreando y el sol nortino pegándome en la espalda”.
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Junio 2010. Taller en Berlín. La Fran toca algunas de las canciones del nuevo disco junto a los músicos de Nika Costa y los de Peaches. Las jam sessions son una de las fórmulas que usaron con Mocky para probar ideas. Y para pasarlo bien, porque finalmente, como le diría Vicente al final del proceso, este segundo disco “es una celebración de la belleza, de lo entretenido, de disfrutar”.
“Fue una experiencia súper estimulante, que músicos de otros lados del planeta estuvieran ahí, tocando tus canciones… Todo lo que pasó estando allá fue entretenido. Estaba entusiasmada y haciendo música de forma natural, como jugando”, asegura. “Fue volver realidad la fantasía de hacer un disco, conocer una ciudad nueva y trabajar con gente con la que hay onda”.
Músicos que además no conocían nada de Chile y que no hablaban ni una gota de español. Y que por lo mismo, en los minutos de descanso, muchas veces terminó haciendo de profesora, enseñándoles quién era Violeta Parra. “Estos gallos obvio que no entendían quienes son Inti Illimani y menos por qué iban a tocar con una orquesta filarmónica de Nápoles, en Pompeya –hacia donde partió cuando terminó el trabajo en Alemania–”, asegura.
En medio de ese intercambio cultural, con sus dos nuevos pilares musicales, revisaron canción por canción. Y fueron súper mateos –nada de extraño en la Fran, que no puede dejar las cosas sin terminar y que nunca dejó cumplir con una obligación, aunque fuera solo llegar a clases-, porque había que aprovechar el tiempo. “Me acuerdo de salir a comprar comida turca a las dos de la mañana y volver al estudio y decir: ‘Ehh, resolvimos la canción, “Corazón” va con un puro bajo”, cuenta y se ríe como si estuviera reviviendo el momento, solo que ahora está sentada tomando desayuno en Santiago, comiendo sus tostadas con palta y un huevo frito.
Luego de definir cada una de las doce canciones que hoy componen Buen Soldado, venía una nueva decisión: dónde grabar. “Estaba terriblemente tentada con grabar en Berlín, con los músicos de allá”, confiesa. Y junto a la dupla de productores y el percusionista Paul Taylor, que se sumó al proyecto en el camino, empezaron a ver estudios.
Ese paseo la dejó impresionada y la hizo soñar más en grande. “Fuimos a uno donde grabó Phoenix, que era algo que nunca antes había visto. Era un edificio antiguo, de la ex Alemania Oriental, donde grababan orquestas para los programas de radio y es como un internado de estudio. Eran todos salones gigantes, elegantes, con diseños maravillosos, parqué, pianos antiguos, instrumentos y unos pasillos largos con miles de puertas, que cada una es un estudio”, explica. Pero finalmente optó por lo que sería más cómodo y beneficioso para el disco. “Estuvimos evaluando y llegamos a que, por costos era carísimo y entre grabar tres días ahí y diez días en Santiago, mejor Santiago. Aparte acá estaban los músicos que quería invitar y a Chalo, que para mí es súper importante”, recuerda.
Entonces fue el turno de Mocky y de Paul de armar sus maletas para venir a Chile, donde el 3 de agosto se encerraron a grabar. Fueron diez días sin parar. Diez días en los que para el resto del círculo cercano la Fran seguía de viaje. “Éramos Vicente, Mocky, Paul, yo, el Chalo, el Nacho –otro ingeniero en sonido- y tuvimos de invitado a Camilo Salinas, que hizo unas colaboraciones, y a Pablo Ilabaca, que puso unas guitarras más funky”, cuenta. Y el detrás de cámara de esos días se puede ver en el teaser que lanzó en enero, como otra estrategia para mostrar su trabajo. El mismo que le mandó a Mocky y a Paul, con quienes sigue en contacto, para ponerlos al día con lo que está pasando.
Así, en seis meses pasó por la rabia de no poder avanzar; la emoción de encontrar a las personas clave para hacer lo que quería, y obtuvo un resultado que ya está viendo el éxito con el primer sencillo, “Quiero verte más”, que incluso suena al norte del continente, en la radio NPR de Estados Unidos. “Hubo muchos desafíos y complicaciones en el camino, pero el cómo se fueron dando las cosas fue muy, muy bacán”, explica y agrega: “Fue una experiencia 2.0”, refiriéndose a que fue revivir, de alguna manera, la emoción de Muérdete la lengua, cuando todo era nuevo y la sorprendía.
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Al fondo de un largo bus negro, en una pequeña mesa cuadrada, esta vez es la sociedad de la Fran la que se sienta a discutir sobre su música, sobre su último video y lo que se viene para los próximos meses, mientras por la ventana pasan kilómetros y kilómetros de carretera. El destino es el casino de Coquimbo, donde tiene un show en la noche, uno de los primeros donde probará parte del nuevo material. El motivo de la conversación se centra en la pantalla del Macbook que hay sobre la mesa. Vicente, Chalo, la Fran, y el road manager que los acompaña hace años, miran detenidamente las imágenes que grabó hace una semana para el primer single.
En él, con la vista desde el último piso de la torre Entel, en medio de luces y pilares de cemento, la Fran baila libremente mientras de fondo suena “Quiero verte más”. Todos se ríen y ella se retuerce y se tapa la cara porque no puede con la vergüenza. Porque esa es la Fran que nosotros conocemos: la que es un poco nerd, que cuando sale a bailar con sus amigas es igual de “goofy” -como lo tilda Sanfuentes- que cómo se ve en el video.
Y quizás uno de los motivos de esa naturalidad es que detrás de la cámara está su hermano Cristián, uno de sus consejeros más importantes desde el primer día. Que también estuvo sentado, sacando fotos y dando consejos después del show de 2005 en El Sofá. “Él es mi confidente artístico incondicional. A él le muestro las canciones, le pido su opinión de todo y lo hago porque creo que le interesa y porque creo que sus gustos están súper alineados conmigo“, confiesa.
Pero esa soltura también se debe a que hoy confía más en lo que le dan ganas de hacer. “Ahora hay una soltura que viene de años de estar tocando y de sentir que en Chile, afortunadamente, estoy en una situación en la que me siento muy cómoda y donde me entusiasma hacer cosas nuevas”, dice. Como este video, que por primera vez pone más al descubierto a la Fran que pocas veces deja ver en público, y que el día anterior estuvo viendo videos de Lady Gaga, para armar una a su pinta y menos sexy que la de la estadounidense.
Ese mismo paso hacia la soltura es el que se nota entre Muérdete la lengua y Buen Soldado. En el primero tuvo que entender la base de lo que significaba hacer un disco, los roles de cada persona que participa en el proceso de hacer uno y aprender a tocarlo en vivo. “Ahora todo eso está incorporado y hay una naturalidad al enfrentarlo. Los trazos son más claros y una forma más simple respecto a cómo resolver las cosas”, afirma.
Por lo mismo, se atrevió a incorporar elementos nuevos. Por ejemplo, usar más teclados o incorporar nuevos sonidos. “Hay algunos temas acústicos, otros dorky dancy y otro pop funk”, decía en sus e-mails desde Berlín. Esos cambios los tenía programados desde el principio. “Sabía que quería agregar unos sabores y unos colores distintos, pero no tanto como para hacer algo absolutamente diferente, como la posibilidad de agregarle a una canción un bombo apretadito. Y eso tiene que ver con lo que yo escucho también”, agrega.
Porque hoy no es Keith Jared o T.Rex los que suenan por sus audífonos, sino Nina Simone, Fleetwood Mac, Dolly Parton, Grace Jones y Prince. “Los músicos que son como icónicos por lo pop, pero que también tienen contenido, y una propuesta estética”, explica. Las mismas aristas que para ella son fundamentales y que cree que la hacen diferente.
Así, hay canciones como “Corazón”, que es “chiquitita”, donde su voz es la protagonista y suena como si nos estuviera contando un secreto. Y hay otras más rimbombantes, con teclados más psicodélicos, como “Buen Soldado”, donde juega con la historia de un personaje rudo que anda en busca de un beso y que está seguro de que lo conseguirá. Una canción que en sus letras, además representa la confianza que hoy tiene la Fran. “Siempre consigo lo que quiero, ese éxito lo tengo, tengo un buen rabo, soy un buen soldado y siempre lo seré”.
Saber que es un buen soldado, a absoluta merced de su proyecto, es lo que le permitió liberarse. Ser más ella. “Ahora me di permiso de sentir –y se agarra la guata con una mano, mientras la otra la pone en el pecho- de que no fuera tan: entrar, grabar, y listo. Como con el primero”, confiesa.
Esa misma libertad es la que revela una emoción diferente a la de los primeros días de su carrera, aunque igual de importante. Una emoción más madura, que no le teme tanto a equivocarse, sino que está enfocada en disfrutar de todo lo que ha pasado en los últimos seis años. “Hoy entiendo más, y eso me permite no dudar tanto. Estar más abanderada con ir para adelante. Versus antes, que era más como andar caminando con la punta de los pies”, dice.
Y cuando se sube al escenario a cantar -lo viejo y lo nuevo- se nota. La misma mirada de entusiasmo que puso cuando habló de Mocky por primera vez es la que pone cuando, en medio de la prueba de sonido en Coquimbo, Martín, el nuevo integrante de la banda y encargado de los nuevos teclados, imita una línea de violines para una estrofa de “Afortunada”. Y es la misma mirada que se repite más tarde en el show de la noche, cuando se para bien adelante, sola con el micrófono, para bailar “Quiero verte más”.
A pesar de que ha cumplido con muchas de sus fantasías –soñar con el Vive Latino y, flashforward, tres años después estar ahí tocando con Los Bunkers y Café Tacvuba; que la llamen para ser parte del Pop fest de Shakira; y que la inviten a cantar en el escenario principal del primer e histórico Lollapalooza que se hace en Chile-, su ambición por crecer más no disminuye. “Eso no quita que haya un montón de desafíos nuevos en el panorama. Ahora viene ver qué pasa con el proyecto más global, para ir a tocar afuera, ir a hacer promoción, grabar más videoclips. Ya no quiero haya solo uno para cada single, sino que para todas las canciones del disco. Que los shows que hagamos tengan una factor de espectáculo, que sea interactivo, que tenga dinámica, que sea prendido, que sea pop, rock, puro piano”, dice y me cuenta que el segundo semestre del año no va a tomar ramos en la universidad, porque quiere tener el tiempo para viajar a EE.UU., México y Argentina, donde ya tiene algunos temas vistos para promocionar el disco.
Todo eso con los pies bien puestos en la tierra. Algo que siempre tiene presente y que por lo mismo no le permite desistir en su misión de terminar una carrera en la universidad. “Hay que tomarse esto como algo súper del día a día y no pensar que porque uno se propone algo va a pasar. Creo que hay miles de factores a diario que pueden influir que no dependen de uno. Por eso hoy pienso las cosas un poco más. Pero así como tengo consciencia de eso, también tengo que confiar más en mi guata y en la gente con la que he trabajado, que quiero, que quieren que esto funcione, y afirmarme de eso”, dice, tratando de convencerme de que realmente está intentando soltar un poco del control que hoy tiene sobre cada detalle de lo que hace. Uno que la agota, pero que al final le gusta.
Porque sabe que liberarse de esa presión que ella misma se impone es lo que le va a permitir cumplir con todo lo que tiene ganas de hacer. Dibujar, pintar, componer. De, tal como lo dice Janelle Monae, una de sus ídolas por estos días, “respetar la creatividad, porque así fluirá para siempre”.
Aunque el compromiso que ya asumió con la música le impide hacer cosas como viajar con sus amigas o irse a vivir con ellas, sabe que éste es el momento para entregarse por completo a lo que ha construido. “Ahora tengo las energías y además hay una modificación a nivel de industria o medio musical, donde uno es un artista válido aunque no tenga un apoyo institucional, que me parece increíble. Hoy las cosas que están pasando son interesantes y sé que tengo que aprovechar el momento”, asegura.
Una conclusión a la que llegó de forma natural, con las experiencias que ha vivido los últimos seis años. Y que se refleja en una Fran que en la nueva carátula sale sin mucho maquillaje, el pelo suelto y vestida con una camisa militar. En una Fran con una voz renovada y una interpretación diferente: menos niña y más mujer. Con el control y la confianza de que está respetando el poder de su creatividad y de que ésta seguirá fluyendo a su favor.
- Rolling Stone (2011)
... It´s a sign of good things to come. "Quiero Verte Mas" is an upbeat piano, vibraphone, and bass pop track with a swinging´ hand clap beat. Francisca sings with a raw, easy quality that sounds fit for American country songs.... - Blog MTViggy
....Valenzuela´s gited vocals are hardly captured on record; her instrumentalist abilites and ownership of her composition are best showcased on stage, but as Muerdete la Lengua showed, a good harmony of the elements can add up to something beatiful too. This piano-led single sparkles the second it starts and is beautifully executed by Francisca´s soulful sensibilites, after all, she is the most glamorous pop artiste in Latin Pop. - Club Fonograma - Jan.5.2011
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She rants so much against men that it gives way to second intentions. It sounds like pop, it sounds like Fiona Apple. Stay tuned for her up and coming debut CD, which will be out by mid this year. - Rolling Stone Magazine (Chile), February 2007
Special Edition: Vive Latino Chile 2007
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The young singer, pianist and composed Francisca Valenzuela hasn't edited her first album yet but has already been rotating on the radios for quite sometime with her single "Peces". Faithful to the female singer-songwriters with character like Fiona Apple of Tori Amos, the chilean awed the audiences at the White Stage (of Vive Latino Chile 2007) with her excelent interpretations and dressed to kill. Attention: her first cd is about to be out and is producd by Francisco and Mauricio Durán of the group Los Bunkers. - Rolling Stone (Chile), April 2007
Full Interview:
www.franciscavalenzuela.com
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Her debut album "Muérdete la lengua" has been out a little over a year in Chile, but has already gone gold. It's time to listen to what she's got to say.
Francisca Valenzuela's songs mix from classical music to pop with rock appeal. She has captivated the local chilean music scene and has suddenly catapulted -almost overnight- as a new up and coming voice and talent with such potential and international projection...
- Divino Magazine (USA), February 2008
Full interview: www.franciscavalenzuela.com
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Chile has always been an epicenter for rock in spanish. Examples of this are groups like La Ley, Los Tres, Los Bunkers and Lucybell. Now it is Francisca Valenzuela's turn.
With 4 videos rotating on MTV Centre and a broad public admiration -including the famous group Kudai who spoke of her during their recent visit to Caracas- are a demonstration of what is going on with this girl. - Diario El Araguero (Venezuela), 2008
The musical revelation explains that behind her lyrics there is a lot of sentiment.
To the beat of her big hit "Dulce" and her big smile, Francisca was distinguished yesterday with the "Elena Caffarena 2007 Award - Best Young Talent". The distinction was given to her by the Minister of National Women's Services (SERNAM), Laura Albornoz. - Diario La Cuarta (Chile), May 2008
www.latina.com
Exclusive Video: Francisca Valenzuela's "Dulce"
This 20-year-old Chilean is our new favorite songstress—a new school Fiona Apple, if you will. Find out why she rocks in our exclusive video interview!
http://www.latina.com/videos?video=4182
- Latina Magazine (USA), August 2008
Francisca Valenzuela is featured as the top tune
at KCRW Morning Becomes Eclectic (USA).
www.kcrw.com/music/programs/tu/tu080808francisca_valenzuela
Francisca Valenzuela lives in Santiago, Chile. At an early age, she took up the guitar and studied classical piano. She’s an accomplished poet, which comes in handy when writing lyrics both in Spanish and in English. As Today’s Top Tune, we feature the title track to her debut full length, Muerdete La Lengua (Bite Your Tongue). - KCRW (USA), August 2008
Francisca Valenzuela´s debut was a complete revelation. One would have expected a light and superfluous pop, but after listening to the barroque piano in "Los Poderosos" the bias disappears! "Muérdete la Lengua" (Bite your tongue) is a very personal album, and for that reason, very intimate. With straighforward lyrics and great musical arrangements, Valenzuela´s elegance - evident in "Dulce" and "Peces" - together with the confidence of her voice leads us to believe in the promising future of this twenty-something singer-sonwriter. - Rolling Stone (Chile), December 2007
The best female voice reached the 7,500 copies sold of the debut CD "Muérdete la Lengua" (Bite your Tongue), which will be precharged now in a new cell phone model.
Francisca Valenzuela, the new promise of chilean pop, maintains a healthy restraint with the generalized enthusiasm surrounding her. She has performed in all the local venues, traveling ............ - Diario La Tercera (Chile), January 2007
In one year, she hit gold with her album debut "Muérdete la Lengua" (Bite your Tongue"; she performed all over Chile; opened Julieta Venegas show, as well as IntiIllimani and Bunkers; she was presenta at the Viva Latino and invaded the radiostations with her songs. She says it is goog luck.... But she is full of talent and drive. And when it is about telling what she thinks.... she does not bite her tongue....... This is the voice of Francisca Valenzuela...... - Paula Magazine (Chile), July 2008
Discography
Muérdete la Lengua - 2007
Muérdete la Lengua (Double Edition with new songs and DVD) - 2008
"Muérdete la Lengua"
all tracks : music and lyrics by Francisca Valenzuela.
The songs can be heard by streaming on myspace (www.myspace.com/franciscavalenzuelamusic), also on Francisca's webpage (www.franciscavalenzuela.com).
Other songs composed in collaboration with LatinBitman - sung by Francisca Valenzuela
-Help Me
-Someday
These songs can be heard by streaming on http://www.myspace.com/latinbitman
Photos
Bio
Francisca Valenzuela's music is pop-rock with piano. Her influences range from The Beatles and Ben Folds to Violeta Parra (Chilean folk-music), Fiona Apple, Joni Mitchell and Alanis Morisette.
She combines jazzy piano, chilean folk and traditional rock to make her own unique sound while singing very honest and direct lyrics. She sings of love, of loss, of gender issues, discrimination, the abuse of power and heartbreak.
You´ve Come a Long Way Baby
Francisca Valenzuela is a 22 year old singer-songwriter. She has joined the Chilean music scene with a new and unique style. She plays the piano and the guitar. She composes music, writes lyrics and sings in English and Spanish. She mixes a little bit of jazz, a little bit of rock, a little bit of pop.
In 2007, she launches her debut CD “Muérdete la lengua” (Bite your tongue) with 11 songs - 10 in Spanish and one in English – all written and composed by her. Once released, the local press calls her “the new musical revelation” and “the princess of rock”. The album goes Gold in Chile in 2008, and it is re-issued in a special edition, which includes two additional songs and a DVD containing four videoclips and several videos of songs peformed in vivo. In addition, the videoclips of the album´s five singles rotate in MTV-LA as well a local TV channels in Chile.
Francisca has been performing throughout Chile – from Iquique to Punta Arenas! – and also internationally in NY, Montevideo and Mexico City. She has participated in many other musical projects, composing music for documentaries and theater pieces, collaborating with others in composition and interpretation of songs, as well as participating in tribute CDs for great Chilean composers.
The Facts
• In 2007, her CD quickly escalates to the Top 10 at music stores in Chile.
• Various magazines and websites (Blondie, Caras, Ya) select “Muérdete la lengua” as one of 10 best albums of the year 2007 or 2008.
• Rolling Stone Chile includes it as number 16 - in its “50 best CDs of 2007” (in an international list!).
• She receives the APES Award as the “2007 Revelation Artist” (APES: Asociación de Periodistas y Espectáculos de Chile).
• She receives the Elena Caffarena Award from the National Center for Women, in the category of “2007 Young Talent”.
• She is selected as one of “100 Young Leaders 2007” of Chile by the main local newspaper El Mercurio.
• Her debut album goes Gold in 2008.
• Her album is voted #1 by readers of Caras Magazine and she is voted “Best of 2008” by readers of Ya Magazine.
• Latin America MTV selects her as one of the few artists to participate in its program MTV 15x15.
• In April 2009, American Latino TV selects Francisca as one of four nominees for the category Favorite American Latino TV Newcomer Award. In July 2009, she wins the Award by direct voting of supporters via web.
A Little Bit of History
Francisca was born and raised in the US. At 12, she moved to Chile. Since an early age she was interested in music and art. When she was 10 she started playing acoustic guitar and classical piano. Shortly after, she was already writing songs on both instruments. In parallel to her music abilities and activities, Francisca begins to write poetry and short stories. In the year 2000, a collection of her poems and two of her fiction pieces are published. The former, “Defenseless waters” (El Andar books) is published in the US –all illustrated by Francisca- and is prologued and praised by the writer Isabel Allende. The two short stories “Abejorros/Madurar (Bumblebees/Coming of Age)” (Plaza y Janés books), are published in Spain and also distributed in Latin America.
Once in Chile, Francisca participates in local high school music festivals as a solo artist with her own songs. In 2004, during her senior year, she begins to play in underground music bars and jazz clubs in Santiago with her keyboard and guitar.
By then in 2006, she uploads her songs on the internet (www.myspace.com/franciscavalenzuelamusic) and begins to develop her project with the help of cyberspace and the digital world. Her first single “Peces” (Fishes) begins to play at local radio stations.
During 2007 she forms her own band and, independently, records her debut album. By May of that year, she signs for distribution with Feria Music Chile. The “Muérdete la
Lengua” CD reaches stores in Chile in June 2007.
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